Territorios y Organización comunitaria Buenas prácticas para la primera infancia
Miguel Lacabana
Dr. en Ciencias Sociales, Prof. Investigador Titular del Departamento de Economía y Administración de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ), Argentina,Director del Programa Institucional Interdisciplinario de Intervención socio-ambiental (PIIdISA)
Claudia Figueroa
Directiva de los Jardines Comunitarios y dirigente social de Villa Itatí
Federico Moreno
Mg. en Gestión Cultural, Coordinador de la MAyDS e Investigador del PIIdISA/UNQ
Pablo Lacabana
Mg. en Ciencias Ambientales, Director de la Maestría en Ambiente y Desarrollo Sustentable (MAyDS) e Investigador del PIIdISA/UNQ
Referencias
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Materiales del Trabajo de campo
Entrevista a Celia (2021) dirigente comunitaria y miembro de la comisión directiva de la Comisión de Padres de las Guarderías del Barrio Itatí. Bernal. (septiembre 2021)
Ficha Técnica (2021) Resultados de entrevistas y trabajo conjunto de dirigentes comunitarios de Villa Itatí y de investigadores de la UNQ orientados a evaluar la organización comunitaria denominada Comisión de Padres de las Guarderías del Barrio Itatí como una buena práctica. PIIdISA/UNQ. Bernal, Argentina. (octubre-diciembre 2021)
Focus group (2021) Grupo de intercambio de ideas y propuestas. Comunidad Villa Itatí y PIIdISA/Universidad Nacional de Quilmes. Encuentros virtuales 23 y 30 de abril 2021.
Introducción
Este artículo tiene como base una investigación de campo realizada por el Programa Interdisciplinario de Ambiente (PIIdISA) de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ) durante 2021 en el territorio de Villa Itatí, Municipio de Quilmes, Argentina con el objeto de aportar evidencias sobre la articulación territorio y organización comunitaria. El trabajo se realizó en el marco del proyecto I+D/UNQ “Cartografías de la fragilidad socio-ambiental: paisajes de resistencia-negociación territorial”, del proyecto de Extensión/UNQ “Adaptación y mitigación del riesgo ambiental como consecuencia del cambio climático en Villa Itatí-Quilmes” y del Convenio de cooperación entre la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ) y la Fundación Horizonte Ciudadano (FHC).
Este caso se enfoca, específicamente, en reconocer buenas prácticas para visibilizar e intercambiar experiencias respecto a organizaciones comunitarias dedicadas a la primera infancia en territorios social y ambientalmente vulnerables. Para ello se seleccionó la organización comunitaria Comisión de Padres de las Guarderías de Niños del Barrio Itatí (CPGNBI)[1] que resulta una experiencia comunitaria relevante en el aporte a la mejora de la calidad de vida de la primera infancia, de sus familias y su entorno comunitario.
La puesta en marcha y posterior desarrollo de esta iniciativa de la UNQ en tiempos de pandemia implicó un esfuerzo adicional en el trabajo de campo que se realizó mayormente en forma virtual con la participación activa de referentes del barrio. Los resultados fueron positivos, manteniendo el abordaje a partir del encuentro e intercambio de saberes comunitarios y académicos como mecanismo para mejorar la interacción entre los diferentes actores sociales involucrados y la capacidad de resiliencia social.
Se analiza la buena práctica en su contexto territorial retomando sus características socioeconómicas, sociopolíticas y socioambientales. El trabajo da cuenta de la forma en que las organizaciones son al mismo tiempo modeladas por un contexto a la vez que le dan forma al mismo a partir de su relación con ese entorno territorial y en su relación con las organizaciones con las que interactúa.
La realización del trabajo retoma por un lado la experiencia del equipo de investigación del PIIdISA/UNQ en diversos trabajos de interacción socioambiental en el Municipio de Quilmes y, específicamente, en Villa Itatí. Por otro, las propuestas y conclusiones del “Estudio sobre identificación y selección de buenas prácticas locales en primera infancia en América latina y el Caribe” (CINDE 2020) y, finalmente, los aportes que surgen del trabajo de Zarlenga; Cassini; Quiña; Benzaquén (2020) sobre organizaciones culturales urbanas.
En relación con la experiencia previa de la UNQ, la excelente y permanente relación de los investigadores del PIIdISA/UNQ con los referentes comunitarios de Villa Itatí, permitió llegar a un rápido acuerdo para realizar las actividades propuestas en forma conjunta con un involucramiento activo de los actuales y antiguos líderes de la organización comunitaria, miembros de la comunidad beneficiarios de la experiencia y otros informantes clave para conocer sobre este caso de estudio.
Uno de los principales antecedentes para aportar a esta investigación se encuentra en la sistematización de Moreno y Lacabana (2017) donde se analiza una experiencia de interacción socio ambiental en Villa Itatí como una contribución al desarrollo sustentable en clave local en la medida que articuló una inversión de recursos (humanos, comunitarios, económico-financieros y logísticos) de Organizaciones comunitarias de Villa Itatí, del organismo de la Provincia de Buenos Aires (Instituto de Organización Popular – IOP, en la actualidad Instituto para la integración sociourbana - OPISU) que financió la propuesta y de la UNQ (mediante el PIIdISA) para la implementación de un proyecto que propuso mejoras en la calidad ambiental y por ende de vida de la población de Villa Itatí. Un aspecto central fue el análisis de la cultura organizacional de las organizaciones que participaron de esta actividad, entendiendo por cultura organizacional "el conjunto de creencias y significados que han sido naturalizados por los miembros de la organización (hábitos de pensamiento), en el marco de un orden hegemónico, los cuales se convierten en el horizonte simbólico de interpretación y orientadores de conductas y prácticas" (García Álvarez, 2005; 173). A partir de estos postulados Moreno y Lacabana afirman que “Esas creencias organizan los discursos y las prácticas de las organizaciones en diferentes sentidos y son el resultado de luchas y negociaciones entre los diferentes grupos por imponer sus significados. De esta manera las organizaciones presentes distan de ser un todo homogéneo, mostrando diversas posiciones que pujan por ordenar el sentido de las mismas, haciendo valer su capital político, cultural y económico.” (2017, 567)
Respecto a las propuestas del CINDE (2020) se considera la definición de buenas prácticas, “… entenderemos como buenas prácticas: acciones –técnicas o metodologías- que han permitido abordar un problema y dar cuenta de un proceso de gestión y el cumplimiento de los resultados esperados. … Desde esta perspectiva será muy importante el nivel de apropiación por parte de la comunidad y contexto donde se desarrolle la práctica, y la capacidad de continuidad y réplica, más allá de las agencias o entidades externas encargadas de su gestión.” (CINDE 2020, 15)
En línea con lo planteado por CINDE (2020) para este proyecto se considera sostenibilidad como una condición que garantiza que los objetivos e impactos positivos de una iniciativa o proyecto comunitario permanezcan de forma duradera después del impulso inicial externo para lo cual la corresponsabilidad comunitaria es fundamental. A su vez, se considera innovación social el proceso a través del cual se crea valor para la sociedad mediante prácticas, modelos de gestión, productos o servicios novedosos que satisfacen una necesidad con la promoción y el fortalecimiento de la participación de la propia comunidad y los beneficiarios, convirtiéndolos en verdaderos actores de su propio desarrollo y por lo tanto fortaleciendo la conciencia ciudadana. Eficacia, eficiencia, legitimidad, pertinencia y un impacto positivo evaluable son condición necesaria del proceso de innovación social. En cuanto a la escalabilidad se pueden identificar diversas dimensiones espaciales interrelacionadas, espacio político de interacción con organismos públicos; espacio fiscal de presupuestos públicos; espacio económico que sustente el proyecto; espacio de capacidades; espacio cultural, espacio de aprendizaje y espacio de alianzas para asegurar la permanencia en el tiempo (CINDE 2020)
El abordaje se centra en buenas practicas a partir de un trabajo de campo que abarcó el año 2021 y que incluyó la realización de dos grupos focales, una entrevista individual y cinco entrevistas grupales que se centraron en completar la ficha técnica para identificar las principales características y la permanencia de esta buena práctica. Se trata de un abordaje cualitativo donde las voces locales muestran trayectorias, luchas, resistencia y resiliencia. Un aspecto importante es no olvidar “que una buena práctica no alude a acciones perfectas, sin fallos, sino a iniciativas que cumplen una serie de requisitos que las convierten en experiencias valiosas por su capacidad de orientar el presente y el futuro.” (Gradaille Pernas y Caballo Villar 2016,77)
La primera parte de este artículo se detalla el contexto territorial donde se llevó adelante el proyecto, en la segunda, las características de la organización analizada para llegar a la conclusión que se está frente a una buena práctica en la medida que se observan las condiciones que la definen como tal.
1. El contexto socioterritorial, socioeconómico y socioambiental de la experiencia relevada[2]
El contexto territorial relevado en esta experiencia refiere al Área Metropolitana de Buenos Aires que comprende la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) y 24 jurisdicciones político administrativas llamadas Partidos (municipios) de la Provincia de Buenos Aires que rodean o están cercanos a la CABA. Estos 24 partidos conforman el denominado conurbano bonaerense del que hace parte el Partido de Quilmes localizado en el sector sur del mismo y parte también del primer cinturón de urbanización del AMBA. En este municipio está localizada Villa Itatí.
Figura 1. Localización de Quilmes y Villa Itatí
Fuente: Fuente: Pablo Lacabana. Lab. SIG/PIIDISA/UNQ (2020)
En el municipio de Quilmes el Censo Nacional (INDEC 2010) indica que 582.943 personas vivían en 177.110 hogares. Ese mismo año, el Municipio de Quilmes, a través de la Secretaría de Desarrollo Social, realizó otro Censo, menos difundido, denominado Censo Social Quilmes (Quilmes 2010), centrándose en villas de emergencia, asentamientos y caseríos precarios del distrito. Dicho Censo relevó la totalidad de los 30 barrios considerados los más vulnerables de Quilmes con un total de 24.087 hogares donde habitan 101.028 habitantes, 17% de la población total del municipio. Según el informe de la ONG “Un techo para mi país Argentina”, Quilmes tiene 57 asentamientos con 35.160 familias. La proyección de población del Instituto Nacional de Estadísticas (INDEC 2021) estima que para 2021 la población total de Quilmes rondaría las 672.000 personas[3].
1.1 Principales características socio territoriales de Villa Itatí
La zona con mayor densificación de estos barrios populares en Quilmes abarca las cuencas de los arroyos Santo Domingo, Las Piedras y San Francisco. Áreas que constituían antes de su ocupación un reservorio para los excesos hídricos de la zona. Si bien Villa Itatí está en un área donde el arroyo está entubado, tiene problemas de inundación recurrentes y es el segundo más grande asentamiento informal del municipio. Si bien el Censo habla de 17.000 habitantes en esta villa, los relevamientos realizados y las estimaciones de los referentes del barrio hablan de aproximadamente 50.000 habitantes. (Lacabana et al 2016)
Villa Itatí es uno de los asentamientos más antiguos del Partido de Quilmes. Según la Municipalidad de Quilmes las tierras pertenecen a Vialidad Nacional por lo que la regularización del dominio de las mismas no tiene perspectivas de resolverse en el corto plazo. La estrategia de asentamiento de los pobladores fue la ocupación de tierras públicas desocupadas con miras a la permanencia en el tiempo. Este barrio ha tenido un proceso de crecimiento y ocupación de espacios verdes que se corresponden con la densificación horizontal que se profundiza con la densificación en altura y que se ha intensificado en la última década.
Tiene un área de 657.024 metros cuadrados (65,7 ha). En el año 2001 había 73.205 m2 sin construir, es decir el 11% de su territorio, lo cual refleja que estaba bastante poblada a principios de siglo. Para el año 2010 el área sin construir se redujo a 29.531 m2, correspondiente al 40% del área sin construir en 2001 y al 4,5% de toda la villa. Para 2016 el área sin construir siguió reduciéndose hasta los 166.818 m2, 2,6% del total de la superficie de la villa, en un proceso limitado por la existencia de obstáculos ambientales.
Villa Itatí es un territorio social y ambientalmente vulnerable. En un perímetro de aproximadamente cinco kilómetros se condensan situaciones de pobreza con distintos niveles de heterogeneidad. La heterogeneidad interna queda claramente reflejada cuando se analizan las condiciones de vida en los diversos sectores que se divide la villa y su relación con la localización de áreas de riesgo ambiental. En este sentido hay dos grandes sectores: uno con un importante riesgo ambiental, La Cava, de ocupación más reciente y con peores condiciones de vida. Otro, el de ocupación más antigua, más consolidado y con condiciones de vida, servicios e infraestructuras mejores, donde se pueden diferenciar varios sub-sectores.
Figura 2. Crecimiento de Villa Itatí 2010-2016
Fuente: Fuente: Pablo Lacabana. Lab. SIG/PIIDISA/UNQ (2021)
Además de las limitaciones ambientales en toda la villa, hay un conjunto de factores que inciden en forma negativa en las condiciones de vida de sus habitantes tanto individual como colectivamente, entre otros, el trazado de calles y pasillos, también la insegura provisión y conexión de servicios públicos de redes (eléctrica, agua potable, aguas servidas, etc.) los basurales a cielo abierto, las inundaciones recurrentes son todos elementos que afectan la salud ambiental del barrio. La escasez de equipamientos colectivos de salud y educación también afectan a la comunidad. A estos factores se suman los relativos a la inseguridad y delincuencia, a la discriminación y estigmatización socio-territorial y otros enmarcados en la condición estructural de exclusión social y urbana de los pobladores de estas áreas.
1.2 Infraestructura educativa
Centrando el análisis en la cuestión educativa puede afirmarse siguiendo a Lacabana (2021) que los habitantes de la villa no tienen muchas opciones para acceder a los servicios educativos dentro de la villa y tienen necesariamente que utilizar los establecimientos que se encuentran fuera de la misma. En el barrio funcionan tresJardines Comunitarios que cumplen una importante función para las madres trabajadoras y que en tiempos de pandemia ha mantenido el servicio de comidas y es centro de distribución de ayudas sociales de distintos niveles de gobierno, así como de donaciones privadas. Se localizan en los sectores Pampa, Ponderosa y Piedritas (Obrador) de la villa. Estos jardines cuentan con personal docente dependiente de la Dirección General de Escuelas pero el principal esfuerzo cotidiano lo hacen las mamás cuidadoras, madres del barrio que voluntariamente ponen su tiempo al servicio del cuidado de los niños (CREAR 2012)[4]
1.3 Salud y Ambiente
Los resultados expuestos por Lacabana et al 2016 y Lacabana 2021 dan un panorama del estado general de salud de Villa Itatí. Tres de cada diez vecinos del barrio declararon diversos problemas de salud, divididos casi por tercios entre padecimientos cardiovasculares, respiratorios y otras enfermedades no transmisibles, diabetes mayoritariamente entre estas últimas.
Los problemas respiratorios, principalmente broncoespasmos y asma, afectan a los menores de 12 años y se localizan en mayor medida en la zona de La Cava. En relación directa con esta situación, las consultas médicas que se habían realizado en el mes de referencia, indicaron que el 39% lo hizo por enfermedades respiratorias, resfríos y broncoespasmos habituales en la primera infancia. En cuanto a las diferencias por edad, entre los más pequeños –hasta 5 años- crecen significativamente las consultas por enfermedades respiratorias y dermatológicas, mientras que en el segmento etario siguiente de 6 a 12 años también crecen las respiratorias y las gastrointestinales.
En el año de referencia el 66% de los menores de 6 años y el 44% de los de 6 a 12 años realizaron consultas médicas. Un 14% de las personas que realizaron consultas tuvo que ser internada por una de esas causas, el 25% lo hicieron por problemas respiratorios como asma, broncoespasmos o neumonía. Los jardines comunitarios juegan un papel fundamental en anticipar, identificar y contener los problemas de salud derivados de determinantes ambientales.
1.4 Características socioeconómicas
La villa se transforma en un mercado de trabajo informal, como territorio donde se llevan adelante diversas actividades económicas de este tipo. Situación que se reproduce en general en todos los barrios populares. Se ponen en marcha pequeños comercios, talleres de reparación, etc. que junto con dar un servicio a la comunidad generan empleo local. En el Informe de OPISU se afirma que en 2018 “En Villa Itatí se han identificado 291 unidades económicas activas (comercios) distribuidas en 53 rubros.” (2019b, 62) donde predomina la venta de alimentos y bebidas.
En línea con la informalidad y precariedad de la inserción laboral, sólo un tercio de quienes trabajan aportan al sistema previsional, en mayor medida varones (41%) que mujeres (26%). Para el caso de jefes de hogar ocupados 40% declara aportes jubilatorios, siendo una proporción superior en varones: 44% sobre el 29% de las mujeres. La desigualdad laboral en términos de género es muy marcada en este caso. Las estrategias económicas de sobrevivencia son diversificadas y pueden incluir trabajo formal con trabajo informal incluyendo actividades de recolección y venta de material para reciclaje para complementar los ingresos. De estas condiciones de precariedad socio laboral derivan en gran parte las condiciones materiales de vida y de salud de la población de Villa Itatí. (Lacabana 2021) Los jardines comunitarios cumplen un rol fundamental en la capacidad de las madres con niñas y niños de insertarse en el mercado laboral.
1.5 Contexto de contaminación[5]
El Municipio de Quilmes forma parte del primer cinturón de urbanización del Área Metropolitana de Buenos Aires que incluye a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) y 24 municipios que la circundan. Este contexto territorial metropolitano contiene notables diferencias y una gran diversidad entre la CABA y el Conurbano, así como dentro del mismo y también de la ciudad. Esta heterogeneidad social se relaciona con los distintos modelos socioeconómicos prevalecientes a lo largo del tiempo. Las características sociales, territoriales y ambientales que prevalecen en la actualidad tienen, además, estrecha relación con las trayectorias socioeconómicas y socioambientales que dieron lugar al proceso de expansión y densificación de asentamientos informales en territorios no aptos y con riesgos ambientales diversos como única forma de habitar la ciudad. Las características de heterogeneidad se reproducen con sus propias particularidades dentro de los diversos territorios vulnerables de villas y asentamientos informales. Esta heterogeneidad social y ambiental es muy evidente en Villa Itatí.
En principio podría afirmarse que el contexto general de contaminación “homogeniza” los territorios del AMBA como muestran los niveles de diversos contaminantes, incluyendo PM2.5, sin embargo hay que tomar en consideración que la vulnerabilidad social y ambiental a la que está sometida la primera infancia en villas y asentamientos y las diferencias de calidad de infraestructuras, de viviendas, de acceso a espacios verdes y de recreación así como la cercanía a basurales y zanjas de desagüe a cielo abierto, escasez de agua potable y cloacas hace desaparecer esa supuesta “homogeneidad” de la contaminación para potenciarla por los efectos de esas características de los territorios social y ambientalmente vulnerables. Un informe de UNICEF 2016 indica que el impacto de la contaminación, siendo mayor en la primera infancia, se maximiza en la población más pobre, dado que esta tiende a habitar en espacios con mayor exposición a fuentes contaminantes, menor acceso a los servicios básicos y de calidad, menor acceso a áreas verdes, entre otros aspectos, y con acceso nulo o ilimitado a medidas adecuadas y oportunas. (Citado por FHC 2020, 1) Aquí los jardines comunitarios comienzan a jugar un rol importante dado que uno de ellos es localización de un monitor de medición de calidad del aire las 24hs del día y se da capacitación al personal para entender qué significan los valores obtenidos y qué cuidados implementar.
1.6 Culturas organizacionales y lógicas de sobrevivencia
Las organizaciones comunitarias de Villa Itatí, incluido el caso de estudio, persiguen finalidades de resolución de problemáticas y necesidades concretas vinculadas al territorio descripto y en relación a ello desarrollan estrategias de vinculación con otros actores locales o institucionales como pueden ser organizaciones sociales, políticas u organismos del Estado. En este sentido podemos hablar de la prevalencia de diferentes racionalidades de acuerdo a las finalidades de las organizaciones.
A diferencia de la racionalidad científico técnica de la universidad o de la racionalidad política de los organismos del Estado, en las organizaciones comunitarias y las personas del barrio Villa Itatí prevalecen estrategias para obtener recursos, monetarios o de otro tipo, lo que en la definición de Lapalma (2001) se denomina una racionalidad de población que debe complementarse con la noción de lógicas de sobrevivencia de la población para hablar de racionalidad de necesidades de la población (Cariola y Lacabana 2005). En la interacción llevada a cabo en otros momentos se presentaron diferencias derivadas de la superposición de racionalidades y de intereses de grupos al interior de esas organizaciones, así como las que derivan de las diferentes culturas organizacionales de ellas. Los componentes políticos, técnicos y socioculturales implicaron negociaciones y tensiones que determinaron su desarrollo general. Sin embargo, los acuerdos y el desarrollo del trabajo prevalecieron para lograr una articulación exitosa en los términos planteados. La confianza generada en la interacción de las organizaciones comunitarias y la UNQ, específicamente la que abordamos en este estudio, permiten avanzar en la evaluación como una buena práctica en diversos aspectos y, en particular, en lo referido a primera infancia de la organización comunitaria encargada de gestionar los jardines comunitarios de Villa Itatí conocida oficialmente como Comisión de Padres de las Guarderías de Niños del Barrio Itatí (CPGNBI).
En síntesis, de este contexto se desprende que no solo los componentes físicos sino la estrategia de resiliencia social prevaleciente organiza la interacción territorio- organización comunitaria. Además, es conveniente resaltar dos cuestiones de sentido que son importantes de señalar antes del análisis de este caso como una buena práctica. La primera es que desde su inicio los fundadores de la organización comunitaria registraron el nombre como guarderías de niños del barrio Itatí y no como Villa Itatí dado que la denominación de villa tiene una connotación negativa y conlleva discriminación y estigmatización[6]. La segunda, que la evolución de la organización y los servicios que prestan fueron dando lugar a que las guarderías de niños se transformaran en jardines de infantes que reciben niñas y niños de hasta cinco años ampliando el horizonte de apoyo a las madres trabajadoras.
2. Jardines Comunitarios de Villa Itatí: análisis de la buena práctica en el territorio
Se está en presencia de una organización compleja que ha desarrollado un conjunto de prácticas que son saberes acumulados y que forman parte del tejido social de la comunidad. La CPGBI responde a las características que definen a una organización desde su inicio dado que agrupó a un conjunto de personas que cooperaron entre sí en un territorio determinado en base a una finalidad y unas metas comunes a partir de la gestión de recursos externos y propios.
A su vez, visto en términos de los planteamientos de Moreno y Lacabana (2017), cuando se analiza la organización comunitaria (CPGBI) en términos de su cultura organizacional puede afirmarse que han desarrollado y consolidado a lo largo del tiempo un conjunto de creencias y significados que si bien no son totalmente homogéneos han logrado consensuar las actividades sustantivas de la organización y asegurar su permanencia en el tiempo. En este sentido es clara su posición respecto a organizaciones públicas y privadas con las que han interactuado y con los cuales mantienen una colaboración con un grado importante de independencia.
Esta interacción también depende de la institución u organización con la que la CPGBI se relaciona. Con la universidad (UNQ) se ha ido desarrollando una relación de confianza basada en el respeto mutuo y en el principio del encuentro y diálogo de saberes que ha permitido superar las tradicionales pujas por imponer sentidos para lograr consensos y aportes mutuos que se corresponden con los intereses de cada una de ellas. Con otras organizaciones se han presentado discrepancias que han llevado a tratar de superar la intermediación de las mismas para recibir recursos o relacionarse con organismos del Estado.
Estas afirmaciones permiten centrar el análisis de la experiencia de los Jardines Comunitarios de Villa Itatí como una buena práctica dado que se identificaron acciones que les han permitido la permanencia en el tiempo para concretar los objetivos propuestos con resultados positivos. La apropiación por la comunidad territorial donde se desarrolla esta práctica ha sido fundamental para su continuidad.
Puede afirmarse que cuanto más organizada es la experiencia llevada adelante hay más precisión de futuro, tomando en cuenta que el futuro es un campo de disputa y, en realidad, debe hablarse de futuros. En este caso particular el futuro es uno que está ligado al de los sectores populares que deviene sin duda en un campo de disputa con otros sectores y que se vislumbra de forma clara en la ocupación del territorio, el reparto y apropiación de recursos y en la lucha distributiva entre otros. Por lo tanto, el contexto general, tanto a nivel municipal, provincial y nacional, juega un papel fundamental en la continuidad de la experiencia y, en este caso en particular, la capacidad de resiliencia de la organización comunitaria (CPGBI) le ha permitido sortear con éxito períodos de crisis que repercutieron fuertemente sobre los proyectos, prácticas y experiencias ligadas a los sectores más vulnerables de la sociedad.
“…nos revocó el convenio en conjunto con los organismos de estado del momento, esto no nos hizo flaquear solo nos impulsó a reconvertirnos y seguir solos con el acompañamiento de desarrollo social… nuestra labor continuó con más esmero con más fuerzas…” (Ficha técnica 2021)
Se aprecia que la condición de sostenibilidad de esta experiencia viene dada por la permanencia y desarrollo en el tiempo del impulso inicial y los impactos positivos de sostener los objetivos propuestos donde la corresponsabilidad comunitaria ha jugado un papel fundamental más allá de algunos tropiezos iniciales. La permanencia del proyecto ha sido duradera, la idea comenzó en el año 1986, se formalizó legalmente en 1987, se puso en práctica en mayo de 1990 y continúa actualmente.
“…en una primera etapa para nosotros fue importante el momento de pensar en la posibilidad de la construcción de 4 jardines o espacios para la contención y cuidados de niños y niñas. En el barrio había muchos niños con problemas de desnutrición en niños y niñas menores lo que provocaba una falta de concentración de los niños en las escuelas. Esta propuesta surgió en el año 1986 aproximadamente, en octubre de 1987 se obtuvo la aprobación de los estatutos de la Asociación Civil Comisión de Padres de las Guarderías del Barrio Itatí y se pusieron en marcha en mayo de1990.” (Ficha técnica 2021)
La participación ha sido fundamental para sostener el proyecto, se han generado redes en la comunidad, intersectorialidad con las actividades sanitarias (intensificada en la pandemia) y resalta el empoderamiento a nivel de la organización, de sus miembros y de la comunidad que participa en las actividades. La sostenibilidad del proyecto refleja varios de los postulados de UNICEF (2016) al respecto, se apoya en la participación de diversos actores con beneficios concretos para niñas/niños y sus familias. El compromiso y la corresponsabilidad de la comunidad ha sido fundamental para seguir adelante con el proyecto cuando el impulso inicial externo finalizó o los recursos obtenidos no fueron suficientes.
“… teniendo en cuenta toda esta problemática (la situación de niñas y niños), se comenzó a trabajar para conseguir los recursos necesarios para la construcción de los 4 espacios. Luego de golpear puertas, una fundación extranjera (italiana) nos provee de los materiales de construcción para la edificación de los mismos… no alcanzó solo con el subsidio de los italianos, se tuvieron que realizar actividades para juntar más dinero y de esa forma poder terminar las obras (peñas, ferias de plato, etc.) Luego de todo el trabajo solo se llegaron a construir tres espacios comunitarios. En uno de los sectores (La Cava) los vecinos no tuvieron el compromiso para la finalización de la obra.” (Ficha técnica 2021)
Esta iniciativa pudo sostenerse en el tiempo dado que ha sido vista como deseable y sostenible tanto por la comunidad como por las organizaciones que han articulado con la CPGVI y no ha tenido oposición en el territorio.
“Nuestro proyecto está impulsado por el conjunto de la comunidad por lo que no vemos la posibilidad de detractores” (Ficha técnica 2021)
Tomando en consideración el proceso de innovación social puede afirmarse que la mejora continua de los procesos de gestión, de la capacitación de los miembros de los jardines y de la participación de madres y padres de las niñas y niños que concurren a los mismos permite referirse al conjunto de acciones escaladas a lo largo de los años como pertinente socialmente y, especialmente, pertinente para la primera infancia. Este accionar le ha dado legitimidad a nivel de la comunidad territorial donde se desempeña y, también, frente a diferentes organismos públicos y privados.
Recorrer la historia de esta experiencia confirma las características de una buena práctica en términos de sostenibilidad y de innovación social.
“Desde el año 1989 hasta la fecha hemos venido trabajando en pos del bienestar de las familias y la comunidad del barrio Itatí. Dentro de nuestras actividades y articulaciones, siempre pensadas en la niñez y el recurso humano de los tres jardines o espacios estuvimos 15 años trabajando en conjunto con el Ministerio de Educación de la Provincia de Buenos Aires y en articulación con educación del municipio de Quilmes. “…siempre tratando de seguir articulando con la educación formal, ya que hay una ley que establece que los niños tienen derecho a una educación formal, nuestra articulación corresponde a que los niños de sala de 5 años no queden fuera del sistema. A veces el sistema de educación formal no ve a las familias desde su integralidad sino solo como un número en el registro eso hace que las familias quieran dejar a sus pequeños con nosotros, ya que nuestra mirada es más allá del niño.” (Ficha técnica 2021)
Pese a la escasez de recursos la gestión de los mismos ha sido eficiente en términos de resultados obtenidos que, en un caso como este, no puede analizarse sólo en términos de eficiencia económica. De igual forma, ha sido eficaz dado que ha contribuido fuertemente con solucionar problemas sustanciales de la comunidad. Por un lado, la mejora de nutrición, salud y formación y, por otro, la oportunidad a las madres trabajadoras de poder concurrir a sus trabajos dejando sus niñas y niños en un lugar de cuidado y bienestar infantil. En esta línea pueden identificarse impactos positivos de la experiencia con efectos directos sobre la comunidad territorial donde se desarrolla.
“Un rasgo característico de nuestros jardines es su fuerte articulación con la comunidad para el desarrollo de las actividades. Vincular la participación en las actividades de intercambio y formación a las familias… Creemos que esta integración es definitoria para la identidad institucional y todos los objetivos propuestos deben aportar a ese proceso de integración.” (Ficha técnica 2021)
Estos impactos positivos no son los únicos, resaltan aquellos relacionados con la mejora hacia adentro de la organización que refieren a la capacitación del personal de los jardines, particularmente, el entrenamiento sistemático de madres cuidadoras en asistentes o maestras graduadas.
“…nuestra gran preocupación a lo largo de los años es la no formalidad de las asistentes infantiles…” “nuestra metodología es garantizar espacios de capacitación con modalidad de talleres, alternando con experiencias directas y la lectura e interpretación de material teórico se tendrá en cuenta la realidad cotidiana de las docentes y asistentes infantiles garantizando así una enseñanza anclada en aprendizajes significativos” (Ficha técnica 2021)
Los impactos de carácter tangible se acompañan de otros intangibles que tienen que ver con el acceso a información, uso de tecnologías para la educación de la primera infancia y aquellos que refieren al plano subjetivo y que pueden englobarse en el empoderamiento de los miembros de la organización comunitaria analizada y de la comunidad.
“El impacto a mediano y largo plazo es cada día más favorables, la implementación del proyecto fue cambiando según las necesidades… la comunidad va poniendo también su impronta ya que según la demanda que surja vamos trabajando para garantizar esa falta. Las familias creen y confían en nuestra tarea y eso es lo que nos fortalece, nos forja a realizar mejor nuestra tarea y a visibilizar más nuestro trabajo.” (Ficha técnica 2021)
“Nuestras metas no solo son brindarles las herramientas a los niños y niñas sino también fortalecer sus conocimientos y brindar posibilidades de saberes y experiencias a madres jóvenes, quienes con los primeros pasos de colaboración en los jardines se dan cuenta que les gustaría estudiar y formarse como educadoras.” (Ficha técnica 2021)
En esta dirección y en relación con las diferentes articulaciones de la organización se afirma que:
“para nosotros tener la posibilidad de que la Universidad Nacional de Quilmes nos tenga en cuenta para realizar capacitaciones a las asistentes infantiles y darles un reconocimiento (diploma)[7] por la labor que realizan, eso sí es un premio”. (Ficha técnica 2021)
En otra dirección también es fundamental la articulación con diversos organismos públicos y algunos privados tratando siempre de mantener su independencia.
“Nuestra labor es articular con cualquier organismo. a veces tenemos que dejar en claro que los jardines son a-políticos y a-religiosos ya que lo que recibimos de cualquiera no podremos responder bajo ninguna presión a devolver el favor. (una clara expresión de anticlientelismo) (Ficha técnica 2021)
“Nos toca acompañar en articulación con la Unidad Sanitaria del barrio, con el Municipio de Quilmes, con el Organismo para la integración sociourbana (OPISU) y el Ministerio de Educación de la Provincia de Buenos Aires, con el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación y con organismos privados como la Fundación Crear” (Ficha técnica 2021)
Refiriéndose a las discrepancias con algunas organizaciones privadas a través de las cuales recibían financiamiento Celia dice:
“… las necesidades del lugar no son las mismas que las administrativas de la fundación que tenía sus tiempos y en el territorio otros tiempos, entonces bueno eso fue lo que quizás… a veces nos hace replantearnos cuando tenemos la posibilidad de recibir un recurso y que sea a través de otra organización” “No es lo mismo administrarlo uno que está en el territorio y que tiene sus tiempos y que sabe cuáles son los tiempos del lugar, a que lo administre otra persona que tiene su burocracia” “Tiene sus tareas administrativas, tiene sus tiempos, pero no son los mismo que en que en el lugar, entonces eso nos llevó como a pensar en que los proyectos que hagamos o que pidamos sean siempre a través de la misma organización que es la Comisión de padres… para no generar estos quiebres también con otras organizaciones porque en ese momento se generó un quiebre…” (Entrevista a Celia, octubre 2021)
Un aspecto de la innovación social que se desarrolló en esta experiencia de los jardines comunitarios refiere a la apropiación de las tecnologías digitales. En este sentido, es importante resaltar que en Villa Itatí la brecha digital toma formas particulares no sólo en cuanto a acceso a internet, disponibilidad de equipos, capacidad de utilización y apropiación de la tecnología sino también a calidad del servicio (Lacabana 2021) y a pesar de ello la organización CPGBI ha logrado apropiar y utilizar en forma conveniente las tecnologías digitales para apoyar sus actividades y para relacionarse con otras instituciones. Esto se potenció durante la pandemia y un ejemplo es este trabajo que se ha llevado a cabo casi totalmente en forma virtual en intercambio entre los miembros de la organización, la comunidad y los investigadores de la universidad.
Los elementos descritos confirman que cuestiones como la diversidad y la inclusión social están presentes o más bien son efectos positivos de las prácticas concretas llevadas adelantes en los jardines comunitarios. Es claro que se contemplan tanto el ciclo de vida de las familias, la cuestión de género por el destino explícito de estas actividades para favorecer la independencia laboral de las mujeres y la búsqueda de reducir la vulnerabilidad de niñas/niños y sus familias.
“Los niños y niñas con sus familias juegan un rol fundamental en el desarrollo de los jardines sin ellos y la confianza que ellos tienen en los jardines sería difícil la continuidad, las familias son quienes nos brindan seguridad para seguir con nuestra labor” (Ficha técnica 2021)
“… así que participan mucho, igual nosotros también como organización tratamos que en cuanto se trate de las familias de hacer unas actividades en función a los tiempos que ellos tienen” y eso lo fuimos aprendiendo de a poco, por ejemplo notábamos que cuando hacíamos alguna actividad y lo hacíamos durante la mañana la participación era poca, pero porque la mayoría de las familias trabajaban y entonces bueno ahí empezamos a buscar los horarios y las estrategias como para permitir este acceso de las familias” (Entrevista a Celia, octubre 2021)
Si se analiza la escalabilidad de esta experiencia puede verse que la misma se ha dado hacia adentro. El crecimiento ha sido cuantitativo y, fundamentalmente, cualitativo pues las prácticas se han perfeccionado, se han vuelto más eficientes y eficaces y responden positivamente a situaciones nuevas. Esto es particularmente claro en el abordaje de los efectos de la pandemia de COVID 19.
“Sí, las ampliaciones van según la cantidad de población que se va incrementando… La escala de la cobertura es mayor a otros años ya que la necesidad se incrementó con la pandemia” (Ficha técnica 2021)
“Muchas veces las dificultades tienen que ver con lo económico, el no llegar a garantizar las necesidades de la comunidad… Hoy con la pandemia nos vemos con dificultad a la hora de la implementación del funcionamiento de los jardines, elaborar la comida, etc. El recurso humano no da abasto. Entonces tenemos que ir reorganizando para garantizar la asistencia.” (Ficha técnica 2021)
El año pasado fue importante el contagio que hubo, pero este año no, este año o hay más concientización o la gente no advierte de que tienen COVID, entonces no se hisopan ¿no? Pero hoy estamos con un nivel bajísimo de contagios así que esperemos que sea real y favorable… el jardín de Pampa son punto de COVID, es decir, ellos cocinan para los contagiados y hacen un mes que no se está cocinando porque no hay positivos…” (Entrevista a Celia, octubre 2021)
Frente a este conjunto de consideraciones positivas para encuadrar la experiencia de los Jardines Comunitarios de Villa Itatí como una buena práctica quedan por analizar algunos aspectos sobre evaluación y rendición de cuentas. Respecto al primero si bien se afirma claramente que no existe un sistema de evaluación, las entrevistas dejan entrever que las instituciones que realizan aportes también demandan resultados. De igual forma las rendiciones de cuentas se llevan a cabo en Asambleas para los socios con contadores y veedores. Este elemento podría expandirse dando cabida a la comunidad y, en este sentido, podría mejorar la interacción entre la práctica y sus beneficiarios.
“Ninguno de los tres jardines cuenta con un sistema de evaluación, si se trabaja en forma responsable para que nuestra tarea se refleje de la mejor forma posible y con la garantía de nuestra labor.” (Ficha técnica 2021)
“Las rendiciones de cuentas se realizan a los socios de la comisión directiva en una asamblea… las asambleas son presenciales para los socios, allí se presentan las rendiciones anuales a los socios, realizadas por un contador y veedores” (Ficha técnica 2021)
En la gestión misma no, no es que participen directamente las familias… después tenemos lo que son los socios de la comisión de padres, pero es muy muy difícil la participación concreta de los socios inclusive de la comisión de padres, tenemos los socios que vienen a las asambleas cuando es necesario, pero vienen, los vemos cada dos años…” (Entrevista a Celia, octubre 2021)
Finalmente puede afirmarse que esta experiencia comunitaria está fuertemente anclada en su territorio, cuenta con legitimidad de origen y de funcionamiento, ha mantenido la independencia a lo largo del tiempo, ha contribuido con el empoderamiento de las mujeres que frente a la pandemia han mostrado una actitud resiliente y con la salud y la inclusión social de niñas y niños de un barrio que es claramente un territorio social y ambientalmente vulnerable. Puede verse claramente la pertinencia de la experiencia que ha escalado a lo largo del tiempo en la medida que se ha dado un proceso de maduración que permite cumplir con los objetivos iniciales a una escala mayor. No es una experiencia que se haya replicado, sin embargo, cuenta con una red de relaciones con otros jardines de infantes en el mismo municipio donde se intercambian experiencias, dudas y logros.
Las siguientes afirmaciones de las entrevistas realizadas sirven de final para este trabajo y muestran la condición de buena práctica.
“Nuestro mayor logro como organización es el sostenimiento a lo largo del tiempo y con la trayectoria y confianza de las familias que a través del tiempo siguen trayendo a sus niños, hijas, nietos, etc.” (Ficha técnica 2021)
“Lo más importante fue aprender y reconocer las vivencias de las familias de Itatí, esto hace que nos esforcemos en fortalecer los saberes ya que todos los días vamos aprendiendo de los nuevos obstáculos en lo cotidiano de los jardines.” (Ficha técnica 2021)
Reflexiones finales
La puesta en marcha y posterior desarrollo de este proyecto en tiempos de pandemia implicó un reto y un esfuerzo novedoso en el trabajo de campo dado que se realizó mayormente en forma virtual, con la participación activa de referentes del barrio y donde sus voces resultan fundamentales para entender los resultados positivos.
El análisis pormenorizado de la organización comunitaria Comisión de Padres de las Guarderías de Niños del Barrio Itatí (CPGNBI) como una buena práctica se realizó en su contexto territorial retomando sus características socioeconómicas, sociopolíticas y socioambientales.
El conurbano bonaerense presenta desigualdades en los diferentes municipios en relación a la institucionalidad y recursos para la protección de derechos de los niños y adolescentes. El municipio de Quilmes cuenta con una Secretaría de Niñez y Desarrollo Social que le otorga un considerable peso institucional al área que deviene un aspecto importante para las organizaciones comunitarias educativas.
El partido de Quilmes tiene una alta proporción de villas y asentamientos informales en condiciones de vulnerabilidad socioambiental. Villa Itatí donde se localiza la experiencia analizada ha tenido un proceso de crecimiento poblacional y ocupación de espacios verdes debido a la densificación horizontal que se profundiza con la densificación en altura y que se ha intensificado en la última década. Las condiciones socioambientales de Villa Itatí dan lugar a considerarlo un territorio social y ambientalmente vulnerable donde se presentan eventos de salud negativos compatibles con esas condiciones.
La organización comunitaria Comisión de Padres de las Guarderías de Niños del Barrio Itatí está orientada a la resolución de problemas y necesidades concretas vinculadas al territorio descripto y en relación a ello desarrollan estrategias de vinculación con otros actores locales o institucionales como pueden ser organizaciones sociales, políticas o instituciones del Estado en sus diversos niveles. En este sentido podemos hablar de la prevalencia de diferentes racionalidades de acuerdo a los fines de las organizaciones.
A diferencia de la racionalidad científico técnica de la universidad o de la racionalidad política de los organismos del Estado, en las organizaciones comunitarias y las personas del barrio Villa Itatí prevalecen estrategias para obtener recursos, monetarios o de otro tipo que deviene en una racionalidad derivada de las estrategias de sobrevivencia de las familias. Sin embargo, no debe dejarse de lado la dimensión colectiva de las estrategias de sobrevivencia que hacen al accionar político de las comunidades tanto para obtener recursos como para expresarse, resistir y/o confrontar las políticas públicas. El conjunto de racionalidades señaladas no siempre coinciden en sus tiempos y fines dando lugar a tensiones en el territorio, las necesidades locales no se corresponden con los tiempos burocráticos externos.
La organización comunitaria CPGBI desde su inicio agrupó a un conjunto de personas que cooperaron entre sí en un territorio determinado en base a una finalidad y unas metas comunes a partir de la gestión de recursos externos y propios lo cual le permitió construir una cultura y un accionar que se consolidó y se legitimó en el tiempo concretando los objetivos propuestos con resultados positivos.
La apropiación por la comunidad territorial donde se desarrollan sus actividades ha sido fundamental para su continuidad. Se está en presencia de una buena práctica con una gran fortaleza que le permitió durante la pandemia ampliar su accionar a la ayuda alimentaria a sectores de la comunidad que estaban en condiciones de vulnerabilidad y que se acrecentaron con el COVID 19. Esta situación sumó legitimidad a la organización CPGBI.
[1] La experiencia se nombra como los Jardines Comunitarios dado que así los identifican en el barrio.
[2] Esta parte del trabajo está basada en Lacabana et al (2016) y Lacabana (2021)
[3] INDEC 2021 https://www.indec.gob.ar/indec/web/Nivel4-Tema-2-24-119 (visto 09-08-2021)
[4] http://www.crearnet.org.ar/es/actualidad/39-historicas/105-jardines-comunitarios-en-villa-itati
[5] Esta parte del informe está basada en el documento de trabajo (Lacabana M, Lacabana P y Rossin F. 2021) realizado en el marco del Convenio UNQ-FHC.
[6] Para tener una medida de esta situación es importante el testimonio de una joven universitaria habitante de una villa: “Fui a buscar laburo y dije que vivía en la villa y no me tomaron y yo tengo educación, soy una piba universitaria, la estigmatización te mata, en la universidad me pasó… futuras trabajadoras sociales dicen por qué invierten en gente que es delincuente… y yo salté y dije y qué querés que haga el Estado, nada… yo soy del barrio, soy de la villa, vos me ves ignorante, estamos muy estigmatizados…” (Fuente: Lacabana 2021, 64)
[7] La UNQ a través de la Secretaría de Extensión ha llevado diversos cursos y diplomados para asistentes infantiles, madres cuidadoras, promotores socioambientales.