Trayectoria urbana y sistemas productivos territoriales en la provincia de Córdoba (Argentina)
Jorge Hernandez
Prof. da Universidad Nacional de Rio Cuarto, Doutorado em Economia, mestrado na Universidad Autonoma de Barcelona em Economia Urbana y Regional
Jorgelina Giayetto
Licenciatura en Economía na UNRC
1 Introdução
La geografía económica mundial muestra marcadas y persistentes disparidades territoriales, debido a la desigual distribución que hay entre población y producción. Al interior del territorio de referencia, la provincia de Córdoba, coexisten niveles de urbanización tan elevados como los de los países desarrollados con primacías tan patentes como las observadas en los países en desarrollo. De igual modo, el Producto Geográfico Bruto (PGB) total o per cápita, fuertemente desigual, presenta una trayectoria que no muestra señales de reducción. En el año 2010, el PGB del departamento Capital fue de una magnitud 450 veces superior al de Minas, mientras el PGB per cápita registró una relación de 1:2,8 para los departamentos de Pocho y Juárez Celman, evidenciando que ni los movimientos de capitales, ni los de población conducen a la convergencia de la renta.
La observación de procesos no convergentes de renta per cápita y de persistentes disparidades en las condiciones de vida y de trabajo de territorios sometidos a idénticos regímenes regulatorios de nivel macroeconómico estimularon la reemergencia de la “ciencia territorial”, impulsando marcos explicativos que incorporan aportes de diversas escuelas del pensamiento económico y geográfico que, en Latinoamérica, recuperan tradiciones vinculadas al análisis estructuralista y comienzan a proponer nuevos abordajes que dan cuenta del contexto, de la “densidad económica” y de su posición escalar como los factores que impulsan o interrumpen el desarrollo de los territorios.
Estos desarrollos teóricos al reconocer las singularidades de los sistemas productivos territoriales (SPT) permiten comprender las disparidades en las condiciones de vida generadas por los mismos y su relación con la evolución de los asentamientos poblacionales.
El cambio del uso productivo del territorio argentino, operado desde la transición del sistema colonial a la inserción en la economía mundial, como productor de materias primas agropecuarias, ha iniciado una profunda reconversión en la ocupación poblacional, extendiéndose durante la etapa de avance sustitutivo de importaciones y disminuyendo a mediados de la década del ´70, caracterizada por procesos de apertura, desregulación y privatizaciones (Hernández et al., 2010).
Este trabajo tiene por objetivo comprender la evolución de los asentamientos poblacionales en la provincia de Córdoba (Argentina) en el período 1869-2010, su relación con los sistemas productivos territoriales y las condiciones de vida que estos van perfilando. Para tal fin, se exponen algunas consideraciones teóricas y una somera revisión histórica de los modelos de desarrollo y el proceso de urbanización en Argentina. En seguida, se presenta la distribución de la población de la provincia de Córdoba, procurando mostrar el proceso de generación de las disparidades observadas en el tiempo. El apartado siguiente relaciona esa evolución poblacional con el desarrollo de los SPT que fueron mutando condicionados por: a) las adaptaciones del territorio para su inserción en la división internacional de trabajo y, b) por las potencialidades y los límites que imponen las dotaciones de recursos materiales e inmateriales. Considerando lo anterior, y a partir de ello, se propone una categorización de los SPT basados en la estructura del PGB departamental diferenciando agropecuarios pampeanos, agropecuarios extra pampeanos, turísticos e industriales (Natali; Giayetto, 2014), complementando el análisis al considerar las Áreas Agroeconómicas Homogéneas (Ghida Daza; Sánchez, 2009). Finalmente, se exponen los principales logros de este trabajo y algunas reflexiones a modo de conclusión1.
2 Territorio y Dinámica Económica
El papel del territorio, las condiciones socio-económicas alcanzadas y la trayectoria recorrida van asignando una importancia, cada vez mayor, al surgimiento y consolidación de redes de diferente naturaleza y alcance. En ese sentido se hace relevante, en el desarrollo de los territorios, la consideración del sistema urbano como modo de articulación socioeconómica y espacial. Sin embargo, “la ciudad” no agota la totalidad del espacio desde la perspectiva regional. Como señala Camagni (2005, p. 8)
[...], ciudad y campo, ciudad y no-ciudad se convierten en dos categorías que juntas agotan la totalidad del espacio, dos polos de una relación que bien se puede considerar estructuradora, en el sentido tanto estático como dinámico, de la sociedad humana.
La teoría económica se ha ocupado con mayor o menor intensidad del papel del territorio en la dinámica económica, con mucha frecuencia evaluando las trayectorias del valor de producción y, de forma menos habitual, de la evolución en la localización de los factores productivos. El mainstrean asume como irrelevante esa localización al determinar las condiciones de vida que se materializan en los diferentes territorios, y supone que la racionalidad optimizadora de los propietarios de los factores conduce a una asignación de los recursos de su propiedad a la actividad más rentable en el territorio que la ofrezca. De esta manera, la distribución racional de los recursos tiende a igualar la renta per cápita, con ello las condiciones de vida de los habitantes de todos los territorios, aunque pueda generar especializaciones productivas en el marco de la división internacional del trabajo. Este marco analítico guiado por el teorema de Heckscher-Ohlin en relación con la equiparación producida por el comercio internacional y, por el de Stolper-Samuelson que fundamenta la convergencia de los precios relativos de los factores, permite derivar la conclusión de que el territorio no importa2. La evidencia empírica disponible ha mostrado que el patrón de comercio está notablemente alejado de esas previsiones teóricas (Biasotti, 2013) y que la convergencia en precios relativos de factores no se observa.
La teoría neoclásica del crecimiento, a partir del trabajo seminal de Barro y Sala-i-Martin (1992) reimpulsó la consideración del territorio en los trabajos de economía aplicada y, a la luz de los discutibles resultados obtenidos (Hernández, 2000; Cuervo González, 2003), ha estimulado la búsqueda de marcos teóricos que permitan comprender las persistentes disparidades territoriales en la intersección de los procesos históricos y las nuevas tendencias en la gestión espacial de la producción y el excedente económico.
Estos desafíos han llevado a la economía regional a desarrollar enfoques que aporten mayor realismo y dinámica en sus desarrollos teóricos. En ese sentido, Capello (2005) ofrece una completa revisión del estado del arte, rescatando un conjunto de avances que, en la teoría de la localización, destacan el papel de los diferenciales de renta, las externalidades y los gustos idiosincráticos; en las teorías del crecimiento, los rendimientos crecientes, los determinantes endógenos del incremento de la productividad territorial, las condiciones no competitivas y trayectorias no lineales; y en las teorías del desarrollo regional, el rol de las economías de localización, la existencia de recursos no materiales como fuentes de competitividad y de innovación.
Esta lectura territorial de la economía le permite dialogar más sinérgicamente con otras disciplinas, como la geografía, la historia y la ciencia política, coincidiendo con lo que señala Carlos Brandão (2011, p. 304) “Como a dimensão espacial em si já é interface de múltiplas dimensões, nenhum campo disciplinar, de forma isolada, dará conta minimamente da riqueza de determinações deste complexo proceso.” Asimismo, en Emiliozzi et al. (2013) se definía el territorio como una conformación geográfica permeada por el ambiente físico, los grupos sociales que le dan identidad, su estructura económica y la institucionalización del poder. La combinación de diferentes matices de esas dimensiones, van dibujando diversas identidades territoriales y las interacciones recíprocas que se establecen van definiendo sus trayectorias.
Esta concepción del territorio como espacio social construido, dinámico y conflictivo, permite avanzar en una interpretación de las trayectorias de los territorios resultantes de las tensiones en las que se expresan las acciones que responden a intereses de diferentes escalas territoriales (Brandão, 2011) o, análogamente, como señala María Laura Silveira “… la región puede ser comprendida como un tejido continuo y heterogéneo de modernidades y formas heredadas, materiales e inmateriales, que constituyen horizontalidades.” (Santos, 1996; Silveira, 1999; Contel, 2006). “Pero hoy, más que nunca, es resultado de interdependencias y de una oposición dialéctica entre un orden global y un orden local, con la mediación tantas veces sin defensa de la formación socio-espacial” (Silveira, 2009, p. 440-441).
La ocupación y uso del territorio argentino desde su época de colonia hasta el presente, ha sido fuertemente impactada por el rol asumido en la división territorial del trabajo a escala global. Esto es, su articulación subordinada en el espacio global, atendiendo requerimientos específicos de la demanda mundial y, en períodos más recientes, participando en fracciones de entramados productivos integrados a escala global (Brandão, 2011; Silveira, 2009; Gorenstein et al., 2005).
El territorio de la provincia de Córdoba, como constituyente del espacio nacional, naturalmente ha sido influido por las acciones macroeconómicas y las alianzas políticas que trazaron las estrategias de desarrollo que se implementaron en el país. La interpretación de su ocupación, uso y resultados materializados en condiciones laborales y de vida, constituyen el objetivo del presente trabajo, en un recorte que alcanza solamente la dimensión de sus diversos sistemas productivos territoriales.
El concepto de sistema productivo territorial (SPT) se manifiesta, en principio, ambiguo y difuso. Este trabajo intenta reflejar características diferenciales de las estructuras productivas del territorio cordobés, y en tal sentido, adquiere la identidad que le provee la actividad que dinamiza los diferentes espacios sub-provinciales3.
Considerando las características de la producción cordobesa, con un aparato industrial fuertemente concentrado (Donato, 2007) y una escasa producción de servicios especializados en los términos de Sassen (2003), la producción de bienes y servicios vinculados a la dotación de los recursos naturales son el fundamento dinámico más frecuente de las economías regionales.
Los diferentes atributos naturales y las condiciones macroeconómicas han ido definiendo el uso productivo y poblacional del territorio, estableciendo marcadas tendencias generales, y algunas especificidades, conforme a las estrategias de desarrollo implementadas a escala nacional, cuyos rasgos principales se destacan en el apartado siguiente.
3 Breve reseña histórica de los modelos de desarrollo y el proceso de urbanización en Argentina4
Antes de la conquista española, el actual territorio de la República Argentina se encontraba escasamente habitado por pueblos originarios y sus actividades económicas se centraban en atender las necesidades de sus comunidades. Con la irrupción del mundo europeo a través de la conquista hispánica, el actual territorio argentino comienza un proceso de articulación subordinada con el resto del mundo.
3.1 Desde la conquista española a la formación del Estado Nacional
El funcionamiento de la economía colonial española en América se organizó sobre la base de los centros mineros y, alrededor de estos, se generaron un conjunto de actividades “satélites” que proveían los bienes para aquella producción y los elementales para la subsistencia de la población.
El actual territorio de la República Argentina, carente de atractivo minero, se articuló sólo parcialmente en el esquema colonial. El noroeste del país se especializó en aprovisionar al gran centro de Potosí con alimentos y artesanías producidos por comunidades indígenas de agricultores y artesanos. En el año 1553 se funda la primera ciudad, Santiago del Estero, y comienza su urbanización en los términos en que hoy se la conoce. Esta ciudad se encuentra en el eje Córdoba-Potosí, a través del cual se abastecía con mulas a la explotación minera.
El litoral argentino se integra marginalmente hasta la creación del Virreinato del Río de la Plata en 1776, con la capital Buenos Aires, cuando comienza un proceso de intensa reestructuración del territorio argentino, fortalecido en 1778 con el Reglamento de Libre Comercio que le permitió a esa ciudad comerciar con puertos de América y de España. La principal actividad del hinterland de Buenos Aires se centraba en la ganadería extensiva, mientras la agricultura tenía problemas para obtención de mano de obra.
El reconocimiento de Buenos Aires como centro político colonial, sumado a las características de la producción bonaerense y su articulación en la nueva división internacional del trabajo emergente de la revolución industrial, se constituye en un importante elemento en el desarrollo económico y social de la Argentina. Es a partir de la guerra de la Independencia y las luchas internas que comienza a manifestarse el desarrollo del litoral y la decadencia del interior argentino.
Durante este período comenzó a tomar forma el actual sistema urbano argentino, el cual pasó de tener 25 asentamientos a 56 con más de 2.000 habitantes entre los siglos XVI y XVIII. Siendo la población total algo superior a los 400.000 habitantes, la correspondiente a la Ciudad de Buenos Aires alcanzaba los 24.205 habitantes en 1778.
3.2 El modelo agroexportador
En el período que abarca desde la consolidación del Estado Nacional hasta la crisis de 1929, la Argentina organizó su economía en torno de la producción agropecuaria para la exportación, en función de los intereses hegemónicos de los hacendados bonaerenses y en sintonía con las necesidades de Gran Bretaña como potencia industrial de la época. De esta manera, se consolida la decadencia de la actividad industrial al interior del país, se cristaliza un modelo en el cual la urbanización cumple un rol subsidiario a dichos grupos económicos en el que la burguesía industrial no capitaliza, en el ámbito urbano, el beneficio de la continua expansión de la producción y exportación del sector agropecuario.
Entre los años 1900 y 1929, la Población Económicamente Activa se duplicó y su estructura estaba fuertemente relacionada a la producción; los productos de exportación cambiaron significativamente sus participaciones relativas ajustándose a las modificaciones en la demanda externa de alimentos y materias primas, mientras que las importaciones de bienes industriales mostraban una fuerte dependencia del exterior para su provisión y la complementación entre la economía argentina y los países industrializados. La producción de bienes agropecuarios para la exportación se benefició con la incorporación de tierras productivas – en manos de los pueblos originarios– por medio de la denominada “Campaña del Desierto”. Este nuevo territorio sumado a la fuerte inmigración neta del período y a la expansión de la infraestructura disponible produjo una notable modificación del modelo de urbanización y distribución espacial de la población.
La población pasó de 1,7 a 7,7 millones de habitantes entre 1869 y 1914, alcanzando casi 12 millones en 1930, a la vez que se observó un rápido proceso de urbanización. En 1914, cerca del 30% de la población residía en tres grandes ciudades pampeanas con más de 100.000 habitantes, el Área Metropolitana de Buenos Aires, Córdoba y Rosario. La provincia de Buenos Aires y la Capital Federal albergaban el 46% de la población total del país, mientras que las provincias pampeanas de Santa Fe, Córdoba y Entre Ríos reunían un 27% adicional, reuniendo en el espacio pampeano el 73% de la población registrada en el censo de ese año. La contracara de este proceso de concentración, se manifiesta en las provincias del noroeste, antes vinculadas al sistema productivo con epicentro en Potosí (Catamarca, Tucumán, Santiago del Estero, La Rioja, Salta y Jujuy), que ven reducida drásticamente su población desde el 29% en 1869 a menos del 13% en 1914.
3.3 La industrialización sustitutiva
A partir de la crisis del ´29 se produjo un quiebre en el modelo de desarrollo argentino y fue la industria manufacturera la que lideró el crecimiento de la producción de bienes y servicios hasta mediados de los ´70. Como ilustraba tempranamente Horacio Giberti (1962, p. 102)
Hacia 1944, por primera vez en la historia nacional, la industria (con 23,1% del producto bruto total) supera al sector agropecuario, delantera que ya no abandonaría. Entre 1937 y 1947 la población argentina aumentó en un 18%, pero la industria lo hizo en un 77%, a un ritmo que pocos países del mundo registran.
El gran desarrollo de esta actividad se vinculó al cambio en la inserción internacional de Argentina como resultado de la crisis mundial, sumado a la presencia de factores internos favorables a su expansión: la existencia de grandes centros urbanos integrados a través de la red de transporte ferroviario; un nivel de ingreso per cápita importante; una población con significativos niveles de educación y alguna experiencia industrial vinculada a las actividades manufactureras relacionadas con lo agro y el mantenimiento de los ferrocarriles y las infraestructuras.
Este período heredó del agroexportador la concentración de la producción y la población en la región pampeana y sus grandes centros urbanos, especialmente, de la zona metropolitana de Buenos Aires en razón de la localización del mercado y la disponibilidad de mano de obra e infraestructura.
La población urbana durante la etapa de la industrialización sustitutiva continuó creciendo a una tasa superior que la población total, hasta albergar casi el 90% de la población total en localidades de 2.000 o más habitantes. Ese crecimiento se distribuyó de manera muy despareja, tendiendo a concentrarse en las ciudades de mayor tamaño. La conurbación de la Capital Federal creció de manera notable, registrando importantes flujos de migrantes internos. En el interior del país se destaca el crecimiento de las áreas metropolitanas como Córdoba, Rosario, Mendoza y Tucumán que fueron consolidando diferentes especializaciones industriales. En Córdoba se concentró la industria automotriz sobre la base de los viejos talleres de reparación de ferrocarriles. Rosario se destacó en la producción de maquinaria, fundamentalmente para uso agrícola, y de la siderurgia y la petroquímica. En Mendoza, sobre la base de una importante producción primaria bajo riego, se extendió la vitivinicultura y la industria de conserva de frutas, legumbres y verduras. Por su parte, Tucumán potenció el desarrollo de la industria colonial de azúcar.
Si bien la industrialización sustitutiva diversificó la estructura productiva del país, no fue capaz de generar una producción internacionalmente competitiva y provocó recurrentes crisis del sector externo, fundamentalmente en las etapas de mayor dinamismo interno. Por otra parte, se dieron cambios en la distribución del ingreso desde las oligarquías terratenientes, beneficiarias del modelo anterior, hacia la burguesía industrial y los trabajadores asalariados. Con ello se acumulaban permanentes tensiones políticas y sociales que, recurrentemente, se dirimieron mediante la alternancia de períodos entre gobiernos democráticos y militares. El colapso de este modelo de producción y articulación social desembocó en el Golpe de Estado militar en 1976, que produjo fuertes cambios en la política económica conduciendo a un profundo proceso de reestructuración industrial.
3.4 Apertura y reestructuración industrial
Tras un largo proceso de crecimiento, en 1975, el nivel de actividad económica registró por primera vez una caída y, a partir de allí, el desempeño económico argentino presentó un persistente estancamiento productivo hasta llegar a los ´90 y una caída del PIB per cápita. La implementación de una política de apertura y la revaluación de la moneda afectó a todos los sectores de la economía del país, pero fue particularmente intenso en el sector industrial. Si bien los aranceles descienden de un 90% a un 50% entre 1975 y 1978, las importaciones no aumentaron significativamente debido al elevado tipo de cambio vigente y al nivel tarifario previo que excedía lo necesario para proteger la industria local (Kosacoff,1993).
A partir de 1978, con la manutención del nivel tarifario se implementó una política cambiaria basada en el enfoque monetario del balance de pagos, lo que revalorizó fuertemente la moneda local. Dado que la inflación superó largamente la pauta de devaluación, el valor de las divisas se deterioró considerablemente favoreciendo la entrada masiva de productos importados. A su vez, la tasa interna de interés siguió una tendencia creciente. La conjunción de esos tres elementos -reducción arancelaria, revaluación de la moneda local y aumento de los tipos de interés- condujeron a una fuerte crisis del sector manufacturero.
Entre 1982 y 1988, se restringieron nuevamente las relaciones comerciales con el exterior y se aplicaron medidas arancelarias e incentivos fiscales para estimular la actividad manufacturera. Sin embargo, no se consiguió una mejora del Producto Interno ni de la actividad industrial. La promoción de esas actividades sólo parece haber tenido algún éxito al fortalecer la actividad y la población en los territorios beneficiarios: las provincias de Catamarca, La Rioja, San Juan, y San Luis, con los regímenes genéricos, y Tierra del Fuego con el estímulo de la industria electrónica.
A comienzos de 1989 se reinstauró la apertura comercial mediante un acelerado proceso de rebajas arancelarias y la eliminación de barreras no arancelarias. El promedio de los aranceles nominales cayó desde un 26% en 1989 hasta menos del 10% en 1991. Año en el que se sancionó la Ley de Convertibilidad, estableciendo un cambio en la unidad monetaria local y una relación de intercambio de 1:1 con el dólar estadounidense, con el principal objetivo de controlar la inflación. Este hecho produce un fuerte impacto en el ingreso real de la población que, sumado al regreso a los mercados de capitales internacionales, generó un importante incremento de la demanda doméstica. Al contrario de lo sucedido en los años ’80, esta profundización de la apertura comercial en Argentina fue acompañada por un incremento del PIB a una tasa del 7,96% anual, y de la producción industrial al 7,69% anual entre 1990 y 1994. Las exportaciones industriales continuaron incrementando su participación en el total de las ventas realizadas al exterior.
El empleo industrial muestra una caída sostenida en esta etapa evidenciando, a la par, un sensible incremento en la productividad del sector. Por su parte, la creación de empleo en otros sectores no fue suficiente para absorber esta reducción impactando fuertemente en la tasa de desempleo. Además, se observó un importante deterioro del salario real, que cayó un 30% entre 1975 y 1987, y se evidenció una regresiva redistribución del ingreso. La contención de los gastos sociales del Estado agravó los problemas de la población urbana de menores recursos y redujo sensiblemente su nivel de vida.
El sistema bimonetario y convertible colapsó en 2001, conduciendo a una crisis económica y política que precipitó la renuncia del Presidente y la elección anticipada de un nuevo gobierno. A pesar de la profunda transformación del aparato productivo y de la degradación en las condiciones de vida de la población, la ocupación del territorio no registró modificaciones significativas.
3.5 Post-convertibilidad
La salida del régimen de moneda convertible implicó una fuerte devaluación de la moneda local que actuó como estímulo potencial a la industrialización sustitutiva en un contexto de importante capacidad productiva ociosa que, asociado a un conjunto de políticas de impulso de la demanda interna materializaron un intenso crecimiento del empleo, en particular en el sector industrial. El estímulo del gasto interno se enfocó fundamentalmente a través de la protección del mercado de trabajo que, junto al incremento del empleo, permitieron el aumento del salario real y la implementación de programas de transferencia de rentas a los sectores más vulnerables. Ese conjunto de políticas laborales y de rentas fortaleciendo los ingresos de los estratos bajos y medios contribuyeron, en la primera década del presente siglo, al crecimiento de la demanda de bienes y servicios y a la reversión del proceso de distribución regresiva del ingreso observado en último cuarto del siglo anterior.
A pesar de que el proceso de crecimiento económico da señales de avanzar hacia la reducción de la brecha entre sectores sociales, no emerge evidencia de que las desigualdades territoriales hayan transitado por una tendencia similar.
4 Radiografía del desequilibrio territorial cordobés
La provincia de Córdoba, en la misma línea que la Nación Argentina, presenta una distribución de la población en el territorio fuertemente polarizada, conformando un sistema urbano macrocéfalo con un gran centro en la ciudad homónima y que concentra el 48% de la población provincial en el Departamento Capital, definiendo una densidad mayor que los 2300 habitantes por km2 y un Índice de Primacía5 para el sistema urbano provincial de 0,79, al año de 2010.
Las tasas de crecimiento poblacional registradas entre 1869 y 2010 muestran ritmos muy diversos, desde una pérdida de población a una tasa del -0,38% anual acumulativos para el Departamento Minas – lo que redujo su población a menos de un 60% de la correspondiente a 1869 – hasta el 2,68% del Departamento Colón, incrementando 40 veces la propia en el período (Mapa 1 en Figura 1).
Sin embargo, esta notable diferencia de crecimiento no condujo a homogeneizar la distribución poblacional provincial, ni a converger en términos de renta per cápita, sino que redefinió la ocupación humana del territorio manteniendo profundas disparidades, no sólo en las jerarquías de su sistema urbano o en la productividad aparente6 de cada subespacio, sino también en otras dimensiones que definen las condiciones de vida de sus habitantes.
La elocuencia de las cifras muestra la fuerte redefinición de la ocupación del suelo cordobés. El Censo de 1869 registró casi dos tercios de la población residiendo principalmente en departamentos del noroeste cordobés – sin considerar Capital– que, por crecer a una tasa anual promedio menor a la del total provincial fueron perdiendo participación hasta albergar menos de un quinto del total. En contraste con estos departamentos “regresivos”, los “dinámicos” están ubicados principalmente en el centro y el sudeste provincial e incluyen al Departamento Capital (Cuadro 1).
La distribución actual de la población evidencia la fuerte concentración en el centro provincial y algunas polarizaciones que definen mayores densidades poblacionales e Índices de Primacía más elevados. El departamento Capital y dos contiguos, Colón y Punilla, albergan el 62% de la población provincial (Mapa 2 en Figura 1).
La producción presenta una distribución similar a la población en estas grandes agrupaciones territoriales, sin embargo, en el análisis desagregado de los departamentos ofrece un panorama más claro de los desequilibrios referidos (Cuadro 2).
En el año 2010, el PGB del departamento Capital fue de una magnitud 450 veces superior al de Minas poniendo en evidencia la fuerte concentración de la producción en el aglomerado Gran Córdoba y las diferencias interdepartamentales. La consideración del PGB per cápita reduce la relación entre esos departamentos a 1,6 veces, pero registra la máxima disparidad entre los departamentos Juárez Celman y Pocho en 2,8 veces.
La correlación entre el PBG per cápita y la Productividad Aparente es elevada, destacando que los contrastes en la productividad aparente entre departamentos superan las observadas en el PGB per cápita. Así, el registro del Departamento Presidente R. Sáenz Peña, el máximo provincial, es 3,62 veces superior al de Pocho y el doble del promedio provincial. Asimismo, las diferencias entre la producción por ocupado y por habitante marcan valores que van desde 53,4% en Minas, hasta 8,37% en General San Martín. Estas diferenciaciones enfatizan la importancia de los sistemas productivos territoriales y la determinación de mercados laborales disímiles.
Los mercados de trabajo departamentales muestran modificaciones significativas en el valor de los indicadores más habituales. La tasa de actividad varía entre el 52,64% en Capital y el 31,14% en Minas, la tasa de empleo es en Gral. San Martín 1,72 veces la de Minas, mientras que la tasa de desempleo de Pocho casi triplica la de General Roca. La calidad del empleo (recogida en el porcentaje de ocupados con aportes previsionales) varía entre el 53,12% en Pte. Roque Sáenz Peña y algo más de la mitad – el 27,41%– en Pocho, verificando una significativa correlación entre el porcentaje de trabajadores con aportes y la tasa de empleo (0,76) y con la tasa de crecimiento de la población (0,71).
Si bien las condiciones de vida indican diferencias más atenuadas que las manifiestas en el PGB per cápita, sus valores relativos reflejan marcadas desigualdades. La población sin Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI) es el indicador que evidencia el menor nivel de desigualdad variando desde el 70% en Pocho hasta el 94% en Marcos Juárez. Considerando, entonces, que este indicador tiene una relación positiva moderada (0,65) con el PGB per cápita, esa reducida disparidad interdepartamental podría ser resultado de las políticas públicas compensadoras. De igual modo, el efecto de dichas políticas puede inferirse de la elevada proporción de población con cobertura de salud y de trabajadores con aportes previsionales. Por su parte, las proporciones de población con estudios secundarios y con agua corriente, que exponen grandes niveles de desigualdad interdepartamental, no están relacionadas con el PGB per cápita, mostrando entonces una fuerte determinación de otros factores. La población con estudios secundarios tiene una correlación moderada (0,76) con la tasa de empleo, asociada generalmente a la mayor probabilidad de tener trabajo para niveles crecientes de educación formal; la correlación aún mayor (0,80) con la tasa de actividad, puede estar indicando una relación que se retroalimenta y potencia la divergencia territorial. Mientras que las variaciones en la provisión de agua potable reflejan la desigual disposición de fuentes naturales, las limitaciones de las políticas compensadoras y, considerando que algunos de los territorios menos abastecidos son también los de mayores rentas per cápita (General Roca y Pte. R. Sáenz Peña), la aplicación de los excedente generados a otros territorios y otros fines.
La necesidad de identificar los determinantes de las profundas y persistentes disparidades territoriales queda manifiesta y, en el apartado que sigue, se avanza en el análisis de la relación entre ellas y los sistemas productivos territoriales.
5 Sistemas Productivos Territoriales en la provincia de Córdoba
Para la identificación de los sistemas productivos territoriales al interior de la provincia de Córdoba, se emplea el coeficiente de especialización7 y las participaciones relativas de los sectores productivos en el total departamental. En conjunto identifican la actividad dinamizadora de cada departamento que provee de identidad al SPT. Considerando la fuerte incidencia de las peculiaridades de los recursos naturales disponibles, este análisis fue complementado con el aporte de un trabajo que define Zonas Agroeconómicas Homogéneas (Ghida Daza; Sánchez, 2009) que caracterizan las regiones fitogeográficas.
5.1 Sistema Productivo Industrial
En los departamentos San Justo, Juárez Celman y Capital se encuentran ubicadas las principales localidades industriales de Córdoba, destacándose, para el primero, la producción de tractores e implementos agrícolas y un importante complejo agroalimentario centrado en las producciones lechera y láctea, frigorífica, de fiambres, plantas de molinería y extracción de miel. El departamento Juárez Celman concentra las principales plantas de procesamiento de maní, cuya producción se destina casi exclusivamente al mercado externo, y un complejo industrial aceitero de envergadura.
Por su parte, el departamento Capital, al concentrar la mayor cantidad de habitantes, presenta una estructura productiva típicamente urbana, dominada por los servicios que representaron en 2010 el 70% del valor agregado en ese territorio. Sin embargo, la industria manufacturera, que en 2010 generó más del 70% del valor de la producción de bienes, se considera como la actividad que dinamiza este departamento.
5.2 Sistema Productivo Agropecuario Pampeano
Los departamentos del General Roca, Presidente Roque Sáenz Peña, Marcos Juárez, Unión, Río Cuarto, Río Segundo y Tercero Arriba localizados en la región pampeana, dotada de atributos naturales propicios para el desarrollo de actividades agropecuarias, se dedican principalmente al cultivo de cereales (centrado en la soja, maíz y trigo y, con menor participación, girasol) y a la producción bovina para carne y para leche y, en menor grado, porcina y ovina. En los departamento Río Segundo y Tercero Arriba se destacan también los cultivos de maní y sorgo.
Complementaria a la actividad agropecuaria, se desarrolla la agroindustria centrada en la producción de lácteos, alimentos, harinas, fiambres, maquinaria e implementos agrícolas, industria frigorífica, aceitera y de selección y procesamiento de maní.
5.3 Agropecuario Extra Pampeano
Los departamentos Río Seco, Tulumba, Ischilín, Cruz del Eje, Totoral y Río Primero se localizan en la región chaqueña y presentan un predominio de la actividad ganadera sobre la agrícola, destacándose la cría extensiva de bovinos, caprinos y, con menor participación, de ovinos hacia el noroeste, y la producción bovina y porcina en los departamentos Río Primero y Totoral. La agricultura se centra en la producción de frutales, horticultura y plantas aromáticas, medicinales y de especias, aunque se registra en los últimos años una participación creciente de cultivos típicamente pampeanos como soja, maíz y trigo. Si bien estos departamentos se caracterizan por un escaso desarrollo de la agroindustria, en la localidad de Cruz del Eje están radicadas industrias de aceites sin refinar, conservas de frutas, hortalizas y legumbres deshidratadas, moliendas de legumbres y procesamientos de hierbas aromáticas y, en los departamentos Río Primero y Totoral destaca el desarrollo de industrias frigoríficas, alimenticias, de producción de fiambres, de maquinaria e implementos agrícolas, lácteas y plantas de molinería.
5.4 Sistema Productivo Turístico
Los departamentos de San Alberto, Punilla, Calamuchita, San Javier, Colón y Santa María contienen las principales localidades turísticas de la provincia. Las principales actividades que dinamizan y proveen de identidad a este sistema productivo son los servicios vinculados al aprovechamiento del paisaje natural (hoteles y restaurantes, actividades inmobiliarias, empresariales y de alquiler), el comercio y la manufactura de productos regionales, como alfajores, conservas, dulces y fiambres.
5.5 Sistema Productivo Agroindustrial
Si bien son el comercio y los servicios propiamente urbanos, los de mayor peso relativo en la estructura productiva del departamento de General San Martín, las actividades que dinamizan este territorio son la industria manufacturera y la agropecuaria, que los siguen en orden de importancia, destacándose la producción bovina para leche y la industria vinculada a la producción de lácteos. Asimismo, se registra una expansión de la producción agrícola en los últimos años, principalmente en los cultivos de soja, maíz, maní, trigo y sorgo.
5.6 Sistema Sin Actividad Productiva Dinámica
Los departamentos Pocho, Minas y Sobremonte presentan, como rasgo común, la predominancia de servicios que responden a las demandas propias de la vida en sociedad (educación, salud, seguridad, etc.) y no contribuyen a identificar un sistema productivo territorial específico. Asimismo, se trata de departamentos con baja densidad poblacional y características fitogeográficas desfavorables para el desarrollo de actividades productivas vinculadas al aprovechamiento de recursos naturales.
6 Población y Sistemas Productivos Territoriales en la provincia de Córdoba
Los territorios con Sistemas Productivos (SP) Industrial y Agroindustrial albergan más de la mitad de la población provincial y, junto a los Agropecuarios Pampeanos han sido los más dinámicos en términos de crecimiento poblacional, pasando de tener el 40% de los habitantes provinciales en 1869 a casi el 75% en 2010. Como contrapartida, los restantes departamentos, más articulados al régimen colonial, evidencian diversos grados de dificultad para articular un SPT que les permita mantener su participación, llegando el extremo de no haber podido mantener el nivel de población del primer Censo Nacional.
El espacio que aloja el SP Industrial, en particular el departamento Capital, ha sido el lugar más escogido como ámbito residencial. Este territorio registra la tasa de crecimiento más alta del período, dando cuenta de la mitad del crecimiento provincial e incrementando su participación en más de un 150%, dicho valor supera ampliamente los registrados en los SP Agroindustrial y Agropecuario Pampeano que, aunque progresan en su participación, lo hacen en un 29% y 25% respectivamente. Los territorios del SP Agropecuario Extra Pampeano redujeron su participación en un 79% y los departamentos Sin Actividad Productiva Dinámica lo hicieron en casi un 95%.
Si bien el territorio cordobés registra una elevada tasa de urbanización, los especializados en actividades industriales, en particular Capital, presentan los mayores valores, aportando evidencia del efecto de las economías de aglomeración sobre la localización de las actividades manufactureras (Hernández, 2000). Los elevados niveles de urbanización que muestran los territorios con un sistema Agropecuario Pampeano, concomitantes con bajas densidades y, en Río Cuarto con elevada primacía, como se señala en anteriores trabajos, van “…indicando el `vaciamiento relativo´ del interior pampeano” (Hernández et al., 2010, p. 12). Mientras que el territorio especializado en actividades turísticas, habiendo reconvertido su base productiva, ha conservado su participación en el total poblacional, diferenciándose de otros espacios relevantes durante la colonia que, sin haber generado una nueva actividad dinámica, han visto reducida su población en términos absolutos.
Analizada la evolución de la población en los SPT a través de los períodos históricos de desarrollo, se observa que la etapa de crecimiento poblacional más intenso está acorde con el Modelo Agroexportador, en el que la tasa anual media para la Provincia fue casi un 50% superior a la registrada durante la industrialización sustitutiva y, más del doble de la del período de apertura y reestructuración industrial. En aquella etapa el SPT que creció poblacionalmente con mayor intensidad fue el Agropecuario Pampeano, superando al territorio industrial y constituyéndose en el más habitado. La baja tasa de urbanización registrada en 1947 en todos los SPT, excepto en el Industrial, sumado a una baja correlación entre crecimiento y urbanización indican que, por un lado, se registró un importante crecimiento de los espacios rurales y, por otra parte, la elevada urbanización del actual territorio industrializado sentaba las bases de la dinámica poblacional del período siguiente. Los territorios vinculados al régimen colonial presentan una clara manifestación de debilitamiento, registrando una pérdida de participación entre el 40% y el 80%.
El crecimiento poblacional en la etapa de Industrialización Sustitutiva fue natural e intenso, y liderado por el SP Industrial que explica casi dos tercios del crecimiento provincial e incrementa la participación en la población de la provincia en un 45%. La protección del mercado nacional y el tamaño del mercado del departamento Capital fueron el estímulo al crecimiento de la producción, en particular, la industrial y de la población en este SP. Este período que registra una fuerte correlación entre crecimiento y urbanización muestra, también, una pérdida de participación en el SP Agropecuario Pampeano hasta significar casi la mitad del SP Industrial, y de los restantes, excepto el Turístico, que también incrementa su participación en el período.
En la etapa de Apertura y Reestructuración Industrial, la actividad industrial sufrió una fuerte pérdida en el volumen de producción y en el empleo, con una intensa recuperación en la primera década del período. Sin embargo, el SP Industrial absorbió casi la mitad del crecimiento poblacional, manteniéndose casi inalterada la distribución poblacional definida en el Sustitutivo de Importaciones, a excepción del SP Turístico que fue el único que incrementó su participación en el total provincial.
La producción provincial en 2010 se concentró mayoritariamente en el SP Industrial (Cuadro 4). Sin embargo, el mayor registro de PBG per cápita se observa en el SP Agropecuario Pampeano como resultado de dos tendencias, la pérdida relativa de población y el crecimiento de la productividad resultante del cambio tecnológico (Hernández et al., 2009; Gorenstein et al., 2012).
Si bien la tasa de crecimiento del primer decenio de este siglo fue significativamente más elevada en los territorios “sin actividad productiva dinámica”, impulsada por la actividad agropecuaria, no fue suficiente para reducir las brechas de PBG per cápita, que se mantienen en una relación de 1 a 2,8. La observación de una tasa de crecimiento del SP Agropecuario Extra Pampeano muy inferior al promedio provincial evidencia una especialidad en relativa regresión aunque, el “vaciamiento relativo” que se evidencia en este SPT permite registrar una producción por persona superior al promedio provincial. Los territorios industriales han registrado entre 2001 y 2010 unas tasas de crecimiento más elevadas que el agropecuario pampeano, sin embargo, estos generaban en 2010 una producción por habitante casi 10% menor. El Índice de Productividad Aparente encuentra sus marcas más elevadas en territorios especializados en producción agropecuaria, evidenciando el cambio tecnológico operado en el sector y la dinámica de su población y de los mercados de trabajo.
A pesar de que los SP Agropecuarios ofrecen los mejores indicadores de producción por ocupado y por habitante, solo representan un 30% del valor de la producción provincial y no ofrecen las mejores características de sus mercados de trabajo ni las mejores condiciones de vida a sus habitantes.
Los mercados de trabajo más dinámicos se observan en los SP Industrial y Agroindustrial mostrando las mejores tasas de actividad y empleo y representando alrededor del 55% de la oferta laboral y del empleo provincial. Adicionalmente, el SP Industrial muestra el mejor indicador de la calidad del trabajo, según el dato de “Ocupados con Aportes Previsionales”, aunque la tasa de desempleo constituye uno de los valores más elevados.
Los SP Agropecuarios exhiben menores tasas de desempleo que el SP Industrial pero muestran, a su vez, menores tasas de actividad y de empleo. El SP Extra Pampeano se asemeja más a los departamentos menos dinámicos, incluidos en SP Sin Actividad Productiva Dinámica que registran los peores indicadores en todas las variables. Mientras que el SP Turístico presenta valores intermedios.
Aun cuando se evidencian algunos efectos compensadores de políticas públicas, fundamentalmente en lo referido a la Población sin NBI y a aquella con Cobertura de Salud, las disparidades territoriales siguen manifestándose abiertamente.
Analizados desde los SPT pueden destacarse tres aspectos. Los SP Agropecuarios, que presentan las mayores productividades y rentas per cápita, no son los que devuelven las mejores condiciones de vida a sus habitantes; el SP Industrial presenta elevados valores en todas las variables analizadas; los territorios herederos del pasado colonial más intenso, que incluye los SP Agropecuario Extra Pampeano y Sin Actividad Productiva Dinámica, son los que padecen las condiciones de vida más degradadas.
7 Conclusiones
La observación de profundas y persistentes disparidades territoriales en rentas per cápita y otras variables que recogen las condiciones en las que viven y trabajan los habitantes cordobeses, manifiesta el fracaso de la convergencia a través del movimiento de factores de la producción o del comercio de bienes y servicios, estimula la reflexión y desafía nuevas interpretaciones.
Este trabajo, al concebir el territorio como un espacio social construido, dinámico y conflictivo, donde coexisten pulsiones modernizantes y herencias del pasado, intenta comprender la ocupación poblacional del territorio cordobés, las condiciones en que viven y trabajan sus habitantes y las relaciones que establecen con sus entornos productivos, denominados aquí Sistemas Productivos Territoriales.
En el intento de identificar la actividad dinamizadora para caracterizar cada SPT, se utilizó como criterio de demarcación las especializaciones y relevancia de algunos sectores que se destacan en las estructuras de producción y empleo de los diferentes departamentos, generando seis tipologías de SPT.
Como resultado del trabajo se recoge una notable dinámica en el uso poblacional del territorio, adaptándose a las diferentes estrategias de desarrollo. Se evidencia una considerable pérdida de importancia de los territorios más poblados en la etapa colonial, que fue ubicándose principalmente en el espacio que aloja al SP Agropecuario Pampeano -durante el período Agroexportador- y, en seguida, en los territorios más industrializados, en especial la ciudad de Córdoba -durante la etapa Sustitutiva de Importaciones-. En esta etapa se define una distribución de la población provincial fuertemente concentrada en el centro del territorio, que se ha mantenido sin cambios significativos en los últimos 40 años.
El análisis de los SPT ha permitido identificar que la mayor productividad se registra en los SP Agropecuarios y que, a su vez, el Pampeano presenta el mayor PBG per cápita, a pesar de que la producción se genera en más del 50% en los SP de especialización industrial. Las diferencias en el valor de la producción por habitante y por ocupado remiten a la configuración de diferentes mercados de trabajo, y se observa que los SP Industrial y Agroindustrial ofrecen mayores estímulos a la participación laboral y, particularmente, el SP Industrial presenta unas condiciones cualitativamente mejores.
Si bien el SP Agropecuario Pampeano aparece como el más potente en términos productivos, no presenta las mejores condiciones de vida -a excepción de la población sin NBI- al exhibir en algunos de sus departamentos unos niveles extremadamente bajos de población abastecida con agua corriente, lo que podría estar indicando que la aplicación del excedente productivo regional no prioriza la satisfacción de las necesidades más elementales de sus habitantes y el fracaso de las políticas territoriales compensadoras. Sin embargo, las políticas sociales parecen tener algún efecto en el registro de una moderada variabilidad en la proporción de población sin NBI entre los SPTs.
Los mejores registros de las pocas variables utilizadas para mensurar aspectos cualitativos de la vida de los cordobeses se observan en el SP Industrial, aunque su relativamente elevada tasa de desempleo nos alerta sobre las dificultades de dar una ocupación a los residentes de una gran aglomeración muy estimulados a emplearse.
Los territorios más dinámicos del período colonial, SP Agropecuario Extra Pampeano y SP Sin Actividad Productiva Dinámica, además de una variación poblacional regresiva, registran los valores más degradados en las variables que ilustran las condiciones de vida y trabajo, evidenciando el fracaso de los actores principales del proceso de acumulación de los tiempos prósperos para reconvertir los SPT de esos territorios y de las políticas territoriales compensadoras.
Las observaciones realizadas permiten compartir con Gatto (2007, p. 309) que
[…] las regiones más rezagadas de la Argentina no son pobres exclusivamente por los bajos ingresos corrientes que percibe actualmente su población (que de hecho se han incrementado en los últimos años) sino, principalmente, por la disgregación de la inversión pública y privada que se manifiesta en territorios (regiones) carentes (desprovistos) de una reserva de capital productivo, social y humano relevante, cuantitativa y cualitativamente; este [estos] déficit[s] es[son] incompatible[s] con un mayor ingreso y muy distante[s] del nivel y dinámica de progreso (productividad) de otras áreas,
y coincidir con el rol de las políticas cuando dicho autor señala que “[…] la experiencia internacional de política económica regional indica que, frente a estas situaciones estructurales, se requiere ‘quebrar’ este proceso, a través de una estrategia explícita, no convencional y sistémica, de múltiples dimensiones convergentes”.
Los desafíos de este trabajo estimulan su continuidad en el intento de ajustar el contenido empírico de los SPT, de modo que lo aproximen con mayor precisión al concepto de circuito de acumulación conducido por atributos territoriales específicos y avanzar en la identificación de líneas de acción que aporten a la elaboración de una estrategia de política eficaz.
Notas
1 Una versión preliminar del artículo fue presentada en el XIII Seminario Internacional de la Red Iberoamericana de Investigadores sobre Globalización y Territorio y puede consultarse en Hernández et al. (2014) donde se ofrece una descripción más detallada de las técnicas empleadas y la información estadística presentada.
2 Para un comentario crítico ver Davis y Nishra (2007).
3 En el apartado 6, se presentan los SPT identificados y los criterios metodológicos utilizados para su demarcación.
4 Una versión más detallada de este apartado se presenta en Hernández (2000).
5 El Índice Primacía (IPn) se define como la proporción que representa un aglomerado urbano con relación de un conjunto n de centros urbanos que lo incluyen. En este trabajo, excepto que se aclare lo contrario, se hace referencia al IP.
6 La Productividad Aparente se define como el valor generado por trabajador ocupado.
7 Relación entre la participación de un sector en un departamento y la del total provincial.
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